quinta-feira, 5 de junho de 2008

Os varais da ilha


27-01-2008

Apenas asoma el sol, aunque tímidamente, las sogas de las casas se llenan de ropas. Ha llovido más de una semana. Desde que llegaron a esta isla, a las mujeres no les resta más que trabajar al compás de los avatares del tiempo para mantener sus hogares decentes. Esta penosa tarea de sísifo, la de estar lavando siempre los mismos trapos, siempre los mismos mosaicos y los mismos platos...eternamente, no era sólo un imperativo del clima, sino también –creo- una forma eficaz de huir de toda la sensualidad con que el paisaje allí afuera amenazaba. Tienen ese miedo ancestral a la floresta, los relatos de apariciones, la memoria de los presos fugitivos agazapados en las sombras,la prohibición evangélica de bañarse en el mar de biquini, la vergüenza de su cuerpo, el marido bebiendo en el bar...

A pesar de venir de una realidad distinta, de estar acostumbrada a vagar sola de madrugada por las calles de la ciudad sin más recelo que el de que mi padre descubriera que había salido aún sin su permiso... despues de diez años de vivir en este Paraíso me ví retrocediendo ante miedos que jamás había tenido.

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